La Historia del Anime - 3ra. Parte

jueves, 11 de septiembre de 2008

La industria de la animación - Toei Doga

En agosto de 1958 nacerá la mayor productora de cine de animación de Japón, Toei.

Hiroshi Okawa, presidente de la productora, se fija en sus viajes al extranjero en el cine de dibujos animados norteamericano, y decide poner los medios necesarios para el crecimiento en calidad del género en Japón hasta hacerlo exportable y competitivo.

Hasta entonces, los productores de japoneses de cine de animación contaban con instalaciones muy pobres y equipos reducidos, por lo que no era posible realizar largometrajes tan notables como los occidentales, ni alcanzarles tampoco en longitud o volumen.

Okawa, tras estudiar la situación del género en Japón, decide comprar la compañía Nichido Eiga de Sanae Yamamoto, pasando éste y sus 23 empleados a formar parte de Toei, que crea la subdivisión Toei Doga.

Okawa, al son de su lema favorito, tenemos que convertirnos en la Disney de Oriente, construyó unos estudios de tres plantas con todas las facilidades modernas, y puso al frente de estos a Yamamoto como máximo responsable.

Su primer y espectacular trabajo será Hakujaden (La leyenda de la serpiente blanca, 1958), superproducción de 78 minutos en la que trabajaron 109 personas y que se convierte en el primer largometraje en color del cine de animación japonés. Gracias al éxito de esta primera producción, Okawa se marcó el objetivo de estrenar un largometraje de animación por año.

Uno de los que recibió mayor aceptación de crítica y público fue Oji no orochi taiji (El valeroso príncipe derrota a la serpiente gigante, 1963), dirigida por Yugo Serikawa (1931-2000), que procedía del cine de imagen real (era ayudante de dirección de Nobuo Nakagawa y Kyotaro Namiki en Shintoho).

Entre los ayudantes de Serikawa en esta película estaba el aún desconocido Isao Takahata, así como Yasuo Otsuka (1931), que era un funcionario dedicado a la lucha anti-drogas que dejó su trabajo para dedicarse a la animación. Takahata realizaría otra de las obras maestras del cine de animación de Toei Doga, Taiyo no Oji.

Horusu no daiboken (Las aventuras de Horus, Príncipe del Sol, estrenada en España como La princesa encantada, 1968), basada en una mezcla de la saga Yukara con leyendas escandinavas y que contaba la lucha del valeroso príncipe Horus contra el país de los hielos y la nieve, dominado por un ser malvado y su hermana menor Hilda, obligada a su pesar a obedecerle.

Hilda, que posee una hermosa voz, es incapaz de resistirse a las órdenes de su hermano e intentará destruir la aldea donde vive Horus.

Este tipo de tormento psicológico por la lucha entre el bien y el mal de un personaje, además femenino, no se había visto nunca en el cine de animación, por lo que fue muy comentado.

El responsable principal de este retrato psicológico fue Yasuji Mori (1925-1992), mientras que el joven desconocido que se encargó del diseño de los paisajes de la aldea fue Hayao Miyazaki (1941), que ganó prestigio entre la profesión gracias a ello.

El tema de La princesa encantada era el de unirse para hacer frente a las dificultades, pero esto fue también la historia que rodeó a su filmación: un equipo con ganas de trabajar frente a una productora que no paraba de poner pegas ante la continua escalada del presupuesto y la prolongación del trabajo.

De hecho, estuvo a punto de paralizarse la producción de la película, pero gracias a la insistencia con que Takahata y su equipo defendieron su causa ante sus jefes, pudo terminarse.

A pesar de las buenas críticas que cosechó, la película, que había costado una fortuna, sufrió un duro fracaso comercial, del que Takahata fue obligado a hacerse responsable con una bajada de categoría y sueldo más que notable.

Ante ello, Takahata y Miyazaki deciden abandonar Toei poco después y buscar la forma de continuar realizando libremente películas de dibujos animados.

Otros títulos representativos de Toei Doga fueron Wan Wan Chushingura (Rock el valiente, 1963, Daisaku Shirakawa), Nagagutsu wo haita neko (El gato con botas, 1969, Kimio Yabuki), Dobutsu Takarajima (La isla del tesoro, 1971, Hiroshi Ikeda y Yasuji Mori) y Tatsu no ko, Taro (Taro, el hijo del dragón, 1979, Kirio Urayama).

Toei Doga (que en 1998 cambiará su nombre por el de Toei Animation), se adelantó a sus competidores al empezar en 1993 la digitalización del proceso de animación, que sustituyó a los largos procesos tradicionales y que hoy día es empleada en la casi totalidad del género producido en Japón.

Por ello, a Okawa le corresponde no sólo el mérito de haber apostado por la animación japonesa consiguiendo llevarla hasta un nivel que permitiese su exportación a todo el mundo, sino también el de haber producido su digitalización, creando con ambas decisiones las bases para su crecimiento y difusión.

Osamu Tezuka Osamu Tezuka (1928-1989) fue también una figura clave. Era un estudiante de medicina que se vio obligado a trabajar en las fábricas durante la guerra.

En abril de 1945, un día que descansaba de la fábrica, ve la película de Mitsuyo Seo Momotaro, umi no shimpei (Taro Melocotón, el guerrero divino de los mares, 1943) que, según lo que anotó en su diario, le dejó impresionado hasta el punto de prometerse realizar algún día su propia película de dibujos. Con objeto de concretar este sueño, en 1961 formaría su propia compañía, Mushi Production.

Su primera obra, de carácter experimental, es Aru machikado no monogatari (Historia de un rincón de la calle, 1962).

Con un trasfondo antimilitarista, los protagonistas son las paredes de una ciudad, testigos de una apasionada historia de amor entre el póster de un violinista y el póster de una pianista, romance que será interrumpido continuamente por los posters de un dictador.

Con una duración de 39 minutos y un tono poético, Tezuka coordina el montaje y la dirección, contando en este último apartado con la ayuda de Eiichi Yamamoto (1936), procedente de Otogi Productions, y Yusaku Sakamoto, que venía de Toei Doga.

Series para televisión La siguiente realización de Mushi Production fue una serie para la pequeña pantalla. La televisión comenzó sus emisiones en Japón en 1953, y las primeras muestras de animación que se televisaron procedían de Estados Unidos, con gran popularidad entre el público infantil.

Toei Doga también se planteó la posibilidad de crear series de dibujos para la televisión, pero una entrega por semana suponía un trabajo demasiado pesado para ser rentable, por lo que abandonó la idea.

En cambio, Tezuka, al frente de Mushi Production, decidió afrontar el reto que ello suponía, naciendo así la primera serie de la animación japonesa, con entregas semanales de 30 minutos.

El tema elegido fue el personaje de manga que el propio Tezuka había creado para aparecer periódicamente en una revista shōnen, el robot Tetsuwan Atomu.

El laborioso trabajo que suponía hacer cuatro entregas mensuales se llevó a cabo por el sistema de animación limitada, que empleaba la menor cantidad posible de celuloide.

En enero de 1963 se empieza a emitir la serie, que se ganó enseguida la aceptación infantil, llegando hasta un tercio de la audiencia. Tras ello, Toei Doga decide aprovechar el fenómeno y en noviembre del mismo año emite su Okami shonen Ken (Ken, el niño lobo, Sadao Tsukioka), según una historia original que en cierto modo se acercaba a la de El libro de la selva de Rudyard Kipling.

Janguru Taitei (El imperio de la jungla, 1966) es otra de las obras más conocidas de Tezuka, y la primera del medio que utiliza el color. Sin embargo, en aquella época la televisión en color era un lujo que pocos podían permitirse, por lo que la mayor parte de los niños tuvo que verla en blanco y negro.

Estas obras de Mushi Production para televisión consiguieron venderse a Estados Unidos, donde Tetsuwan Atomu fue rebautizada como Astroboy y Janguru Taitei como Kimba, El León Blanco, nombres con que más tarde saltarían a Europa.

Los robots gigantes Gracias al éxito de las series de televisión de Mushi Production y Toei Doga, pronto surgió la competencia por parte de otras productoras.

Cualquier género era susceptible de ser usado: deportes, fantasía, aventuras, series para chicos y para chicas,... Al igual que Astroboy, muchas de estas series se emitieron en el extranjero.

Ya en la década de los 60 con el anime en blanco y negro de Tetsujin 28-gō, de la productora TCJ y basada en el manga homónimo de Mitsuteru Yokoyama (considerado el creador del género) comenzó el tema de los robots gigantes, serie que también se vendió a los Estados Unidos donde la titularon Gigantor, aunque no fue hasta principios de los años 70 cuando comenzó el auge de las series de robots gigantes con a Mazinger Z, basada en los personajes creados por Gō Nagai, a la que seguirían varias imitaciones.

Parte de estas series se exportaron, pero algunas de ellas resultaron problemáticas en países como Francia o Filipinas.

También hubo series de carácter educativo basadas en la literatura occidental, algunas tan mundialmente famosas como Heidi, (1974), El perro de Flandes, (1975) o Marco, de los Apeninos a los Andes, (1976). De éstas, Heidi fue dirigida principalmente por Isao Takahata, mientras que el diseño y paisajes de las escenas corrió a cargo de Hayao Miyazaki. Incluso viajaron a Suiza para buscar paisajes reales que luego pudieran utilizar.

La serie se emitió en Italia en 1976, pero muchos pensaron que se trataba de una serie italiana y no japonesa.

Gracias a la serie Uchu Senkan Yamato (Space Battleship Yamato, también traducida como Star Blazers, 1974), la animación japonesa llegó a ser reconocida. En su primera retransmisión no consiguió una repercusión destacada, pero sí en su segundo pase, y a partir de que se efectuase un remontaje para su exhibición en salas cinematográficas, que provocó que los jóvenes hicieran cola ante los cines desde la noche anterior al estreno, hecho que fue recogido por todos los periódicos del momento como fenómeno sociológico.

El creador de los personajes de esta serie fue Reiji Matsumoto, y gracias al éxito de Yamato, otras de sus obras fueron adaptadas a la pantalla. De éstas, la más popular fue Galaxy Express 999, cuyas adaptaciones para el cine, realizadas por Rintaro comenzaron a estrenarse en 1979.

El motor de las historias arrancaba de una máquina de tren a vapor que, en el futuro, emprendía un viaje a través de diversos planetas, siguiendo la idea del poeta y autor de cuentos infantiles japonés Kenji Miyazawa (1896-1933) en su Ginga Tetsudo no yoru (Tren nocturno de la vía láctea). La imagen de la locomotora surcando el espacio era el lazo de unión entre las historias. En 1979 se emitió la serie de robots gigantes Mobile Suit Gundam de Yoshiyuki Tomino (1941), pero no consiguió gran audiencia.

No obstante, la alcanzó en su segunda emisión, llegando también a montarse ediciones especiales para su estreno en salas de cines (7 películas entre el año 1981 y el 2002).

De la saga Gundam se emitieron hasta seis series distintas. Se vendieron perfectamente todo tipo de juguetes y reproducciones de robots inspirados en Gundam.

El formato OVA El formato OVA (Original Video Animation) tuvo su punto álgido a comienzos de la década de los 80. Se trataba de producciones lanzadas directamente al ámbito doméstico, sin haber sido emitida previamente por televisión o estrenada en cines.

La mayor calidad juntamente con la situación económica de Japón hizo que este formato compitiera con las series televisivas que los fans se daban el lujo de comprar.

El primer ova fue el de Dallos realizado en diciembre de 1983.

Era un anime de ciencia ficción que fue fruto del pionero esfuerzo del estudio Pierrot, que se aventuró en este nuevo y desconocido mercado.

Finales del siglo XX Las décadas de los 80 y 90 trajeron coinciden con la irrupción a gran escala del anime en occidente, entre cuyos principales exponentes estarían series como Dragon Ball (basada en el manga homónimo de Akira Toriyama), Saint Seiya (Los Caballeros del Zodiaco), Capitán Tsubasa (Oliver y Benji o Supercampeones), Rurouni Kenshin (El guerrero samurai o Samurai X), Slayers (Rina y Gaudi o Justicieros), Neon Genesis Evangelion (del director Hideaki Anno), Marmalade Boy o Kimagure Orange Road, Ranma 1/2 de Rumiko, que permitieron el redescubrimiento del tema en occidente y que en muchos países abrieron el camino a la creación de culturas otakus propias.

Asi como también la masificacion de las cicas magicas como Sailor Moon y Magic Knight Rayearth. Inicios del siglo XXI Una parte considerable de los mangas de éxito en Japón acaban en la actualidad con su versión en anime, ejemplos claros de los cuales son series como Bleach,Inuyasha, Naruto, y Fullmetal Alchemist, entre muchas otras.

Empiezan a ser menos frecuentes las series de anime originales (en el sentido de no estar basadas en manga) además de darse mucho menos el caso de manga creado a partir de un anime.

Además, el terreno preparado en occidente por las series de las décadas anteriores ha permitido que gran parte del anime creado sea traducido y distribuido en los mercados de todo el mundo.

En los últimos años surge además en occidente, de la mano de las culturas otaku de la década de los noventa, gran cantidad de grupos y fansub que se encargan de distribuir por internet muchas series de anime (y mediante escaneos también los mangas más conocidos) Esto es a la vez causa y consecuencia de la creciente distribución del anime fuera de Japón, puesto que muchas series ya cuentan con renombre antes de ser licenciadas y traducidas, lo cual permite su más fácil exportación.

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